MARÍA CONCEPCIÓN FRADEJAS AFECTADA DE ARTRITIS REUMATOIDE
«El tratamiento me permite llevar una vida normal»
LA OPINION 18/08/2008
La enfermedad le ha hecho pasar malos momentos e incluso caer en una depresión, pero ahora está de maravilla
María Concepción Fradejas se muestra optimista y dispuesta a disfrutar de la vida. Por su carácter activo y alegre, nadie diría que esta vecina de Villalba de la Lampreana tiene que convivir con la artritis reumatoide, enfermedad que descubrió muy joven, con tan solo 30 años, y que lleva con total naturalidad, por lo que no la importa transmitir y compartir su experiencia con los demás.
-¿Desde cuándo padece artritis reumatoide?
-Hace 17 años, desde que tenía 30. Empecé a notar los síntomas en los pies, no podía casi andar y se me inflamaban mucho. Entonces me gustaba usar tacones, pero tuve que cambiarlos por zapato plano y muy ancho.
-¿Tardaron mucho en diagnosticarle la enfermedad?
-Primero fui a la consulta de un traumatólogo y él fue quien me dijo que fuera al reumatólogo. Pedí cita en septiembre y no me la dieron hasta febrero, y lo pasé mal porque me dio un brote muy fuerte que me afectó a las articulaciones. Se me inflamaron las manos, pies, muñecas, dedos, rodillas. Produce dolores muy fuertes, no podía ni vestirme. Cuando el reumatólogo me hizo las pruebas, diagnósticó enseguida lo que tenía.
Ni subir las escaleras
-¿Cómo influye en su vida?
-Influye mucho. Entonces sólo tenía a mi hijo mayor, pero era pequeño y me tenía que levantar dos horas antes para empezar a moverme poco a poco y estar más ágil para llevarle al colegio. Te condiciona mucho, yo no podía subir las escaleras de mi casa, tenía que hacer las cosas poco a poco . Entonces yo no trabajaba, si no hubiera tenido que dejar el trabajo.
-¿Sigue algún tratamiento?
-Sí, he seguido bastantes tratamientos y me han ido bien, pero he tenido que cambiar, porque cuando llevas mucho tiempo el cuerpo se acostumbra a la medicación. Hace cinco años me dio un brote muy fuerte y el especialista me ofreció probar un tratamiento nuevo. He tenido mucha suerte, porque desde entonces me encuentro como si no tuviera nada. Ahora estoy de maravilla, pero aunque ya no tengo dolores ni entumecimiento, no dejo de tomar la medicación porque es una enfermedad muy traicionera, y ahora puedes estar bien, pero mañana a lo mejor no te puedes ni mover.
-¿Influye en su estado de ánimo?
-Cuando estás mal sí, estás de mal humor y no tienes ganas de salir. Es una enfermedad muy dolorosa y hay que saberla llevar, porque no puedes ni abrir un tarro de mayonesa o incluso el grifo del agua. Mi médico me dice siempre que yo tengo que poder con la enfermedad y no al contrario.
-¿Tiene buena calidad de vida?
-Ahora sí. Llevo una vida normal, hago las cosas de casa y ayudo a mi marido. Soy muy activa y ahora mismo no me impide hacer nada.
-¿El servicio médico del hospital Virgen de la Concha es adecuado?
-Yo estoy encantada porque tengo consultas periódicas y el doctor Valdazo, que me ha tratado siempre, lleva un control muy preciso de los pacientes. Nos hace analíticas y radiografías cada cierto tiempo y es maravilloso, porque me trata muy bien. Es un médico que lo examina y apunta todo y pide unos estudios muy completos. Además, se nota que le da alegría cuando el enfermo mejora con el tratamiento; para él también es una satisfacción grandísima. Eso sí, yo soy una paciente muy obediente.
-¿Sigue algún remedio casero?
-No, confío ciegamente en los médicos y en la medicina.
-¿La enfermedad influye en sus relaciones sociales?
-Mucho, porque cuando estás mal encima lo pagas con los demás, sobre todo con los que tienes más cerca. Estás de mal humor y amargada. A raíz de la enfermedad, caí en una depresión hace años.
-Tiene muy buen aspecto. ¿La gente de su entorno se cree lo que le pasa?
-Sí, porque cuando estás mal la gente que te conoce te lo nota muchísimo, hasta al caminar.